Historia Domingo Savio
ACTIVIDADES Y GRUPOS ACTUALES DEL CENTRO SALESIANO
La actual obra social y educativo pastoral salesiana de Cartago que quiere ser un “Centro de Espiritualidad Juvenil”, con sus amplias y modernas instalaciones y bien cuidadas áreas verdes y deportivas, es fruto de la mentalidad visionaria del salesiano costarricense Padre Mario Morera. Además del servicio tradicional a los jóvenes, la obra es considerada como centro espiritual de toda la región para la diócesis de Cartago y hasta La Zona de los Santos.
En ella hay actualmente un hervidero de grupos con una gran labor social, educativa y religiosa para niños, jóvenes y adultos. Destacan los siguientes grupos y servicios educativo pastorales.
En las amplias áreas verdes e instalaciones deportivas ocupan sanamente el tiempo libre niños, jóvenes y adultos, como quería San Juan Bosco: “mens sana in córpore sano”. El área recreativa es una bendición para que muchos padres de familia con sus niños puedan pasar alegremente el fin de semana.
El templo Don Bosco con capacidad para 500 personas sentadas, En todas las misas y especialmente en los fines de semana hay largas filas de penitentes para celebrar el Sacramento de la Reconciliación. En las oficinas dos sacerdotes atienden a diario las confesiones y dan consejería a jóvenes y adultos.
Los miércoles y jueves funciona desde hace muchos años la Academia Salesiana de Artes y Oficios para mujeres. Fue la primera Academia de Cartago y ha servido de modelo para algunas parroquias. Un promedio anual de trescientas mujeres que llegan de lugares distantes como Turrialba y La Zona de Los Santos, muchas de ellas madres de familia, son las alumnas en quince especialidades diferentes. Unas treinta señoras trabajan como instructoras y administradoras ad honorem. Muchas exalumnas después abren en sus casas una mini empresa con la que se ganan honradamente la vida.
Además un ejército de laicos, de ejemplar vida cristiana, colabora ad honorem en los múltiples frentes sociales, educativos y religiosos de la obra salesiana de Cartago.
Desde los niños pequeños hasta los adultos mayores, todas las personas que frecuentan esta casa de Don Bosco reciben formación ética, religiosa y solidaria.
Entre los numerosos grupos de la Pastoral Juvenil que asisten semanalmente a las reuniones formativas y actividades deportivas, citamos los siguientes. ENE (Encuentro de Niños en el Espíritu) de nueve a doce años. EPRE (Encuentro de Preadolescentes en el Espíritu) de doce a quince años. Monaguillos (niños y jóvenes). EJE (Encuentro de Jóvenes en el Espíritu) de quince a dieciocho años. “ESCOGE” tu vida, escoge a Jesús, de dieciocho a treinta años. Grupo Misionero. Grupo Don Bosco de dieciocho a veinticinco años. CHIERI, de treinta años en adelante. MEC (Ministros Extraordinarios de la Comunión y visita a enfermos), solamente adultos. LECTORES (Niños, Jóvenes y Adultos) para meditar y proclamar la Palabra de Dios. COOPERADORES Salesianos (adultos). ADMA (Asociación de María Auxiliadora. Grupo VOCACIONAL, jóvenes candidatos a la vida religiosa o sacerdotal. VDB (Voluntarias de Don Bosco. CDB (Voluntarios con Don Bosco). COROS musicales para promover el canto y la música y animar la liturgia. Grupo de COMUNICACIÓN.
Los integrantes de los grupos provienen de diversos lugares cercanos a la parroquia María Auxiliadora y de muchos otros lugares de Cartago. Su funcionamiento es posible gracias al numeroso grupo de laicos que viven su vida cristiana y están bien formados para el apostolado juvenil.
Pbro. Elías Calvo. SDB
Director




20 de julio de 1907 – 31 enero del 2017 Ciento diez años caminando con los jóvenes de Costa Rica
En el principio…niñas y niños huérfanos. Jóvenes abandonados, necesitados de rescate y liberación; desocupados, ociosos, sin ideales, sin una mano amiga que les ayude a abandonar el vicio y la delincuencia.
Personas adultas también abandonadas, sedientas de amor, comprensión y asistencia espiritual. Es muy triste y dolorosa la experiencia de la orfandad; no tener la acogida, el cariño, la sabia corrección materna o paterna y vivir en casas “ajenas”, de un lugar a otro, con “padres” prestados. ¡Qué difícil encontrar un sustituto que tenga verdaderamente un corazón de papá y mamá!
En Costa Rica, como en muchas otras partes, han existido huérfanos desde temprana edad, en la edad juvenil y en las otras etapas de la vida.
También han existido y existirán las personas que han abierto sus corazones generosos para llenar esos vacíos. A lo largo de esta historia, iremos encontrando bienhechores y cooperadores, hombres y mujeres, solteros, casados, laicos, religiosos y sacerdotes que han dedicado sus vidas en aliviar el hambre de pan, techo, afecto, educación, aprendizaje de un arte u oficio y formación cristiana, a fin de que muchos corazones huérfanos disfruten de una mejor calidad de vida.
En la realización de nuestra misión, no han faltado las sombras y equivocaciones. No siempre brilló la caridad evangélica y la búsqueda sincera de nuevas soluciones en nuestro trabajo conjunto con la Junta del Hospicio en los inicios de la obra.
Al llegar a los 110 años de la presencia de los Salesianos en Costa Rica, lejos de llenarnos de pomposos ruidos o ingenuos triunfalismos, nos preguntamos: ¿Cómo responder hoy a los retos de la niñez abandonada y de la juventud en riesgo siendo fieles a Jesucristo, a Don Bosco y a los tiempos actuales?
¿Cómo seguir los pasos de aquellos primeros Salesianos que abrieron el camino y que, después de cien años, nos invita a recorrerlo con audacia, entrega y al lado de los jóvenes de hoy?
El propósito de estas líneas es presentar de manera sucinta los acontecimientos que han hecho posible el inicio de estos ciento diez años de presencia salesiana en Costa Rica.
Para comenzar nos tenemos que remontar al año 1864 y ubicarnos en la ciudad de Cartago.
Es, precisamente, en la fiesta de San Pedro y San Pablo, el 29 de junio, cuando el Padre Martín Mérida propone a Monseñor Anselmo Llorente y Lafuente, primer Obispo de Costa Rica, la fundación de un Hospicio para Huérfanos.
Tendrán que pasar diez años para que la idea pueda cristalizar.
Coincidentemente, el 3 de abril de 1874 son aprobadas las Constituciones de la Sociedad de San Francisco de Sales (los Salesianos de Don Bosco), por parte de la Santa Sede.
Y Don Bosco, ese mismo año, piensa en las Misiones entre “infieles y herejes, como era la manera de pensar y decir de ese tiempo.
Precisamente, también en este mismo año, 1874, el 3 de noviembre, el presbítero don Joaquín Alvarado Ruiz y su hermana Joaquina expresaron ante la Municipalidad de Cartago la necesidad de crear, en esta ciudad, un hospicio de huérfanos. Los hermanos Alvarado dispondrán de su casa particular para cuidar niños y brindarles no solo la educación elemental, sino también la moral y cristiana. Además, les darán cama, atención médica, ropa y alimentación con productos obtenidos de sus fincas, tales como legumbres, carne, leche y queso.
EL 11 DE NOVIEMBRE DE 1875, PARTE DESDE TURÍN (ITALIA) LA PRIMERA EXPEDICIÓN MISIONERA SALESIANA PARA AMÉRICA DEL SUR. DON BOSCO QUIERE ATENDER A LOS ITALIANOS QUE SE HAN VISTO OBLIGADOS A EMIGRAR A AMÉRICA EN BUSCA DE MEJORES HORIZONTES.
LOS PRIMEROS DIEZ SALESIANOS LLEGAN A ARGENTINA Y, MOVIDOS POR EL AMOR DE DIOS Y EL AMOR A LOS JÓVENES MÁS POBRES Y A LAS CLASES POPULARES, COMIENZAN A EXTENDERSE DE MANERA RÁPIDA, DESDE LA PATAGONIA HACIA EL RESTO DE AMÉRICA.
EL 15 DE DICIEMBRE DE 1879, AL HABER RECIBIDO DE LOS HERMANOS ALVARADO NUEVE FINCAS EN DONACIÓN UBICADAS EN LA CHINCHILLA, COT Y LA
PÓLVORA; POR ACUERDO DEL CONCEJO MUNICIPAL, SE APROBÓ EL ESTABLECIMIENTO DEL HOSPICIO DE HUÉRFANOS DE LA VIEJA METRÓPOLI.
EL 3 DE ABRIL DE 1880 EL P. JOAQUÍN ALVARADO Y SU HERMANA, MANIFIESTAN “A TRAVÉS DE ESCRITURA”, QUE DONAN UNA FINCA VALORADA EN DIEZ MIL PESOS PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL HOSPICIO DE HUÉRFANOS Y QUE LA MUNICIPALIDAD DEL CANTÓN PRIMERO DE CARTAGO SE HACE RESPONSABLE, DENTRO DE UN PLAZO DE 6 MESES, DE BUSCAR EL LUGAR, CONSTRUIR EL EDIFICIO Y VELAR POR SU MANTENIMIENTO.
Mientras tanto después de un período difícil para la Iglesia promovido por el liberalismo anticlerical, es elegido como obispo de Costa Rica Monseñor Bernardo Augusto Thiel, en el período de gobierno de don Tomás Guardia.
El 30 de agosto 1883, en la vida de Don Bosco, hay un acontecimiento interesante que vale la pena resaltar: un sueño. Pero no es un simple sueño, se trata más bien de esas manifestaciones extraordinarias que Dios concedía a nuestro santo. En ese “sueño” misionero Don Bosco ve, en resumen panorámico, toda la geografía comprendida desde el cono sur de América hasta el paralelo 10 (la ubicación de Costa Rica en el mapa). En este sueño don Bosco ve el desarrollo y porvenir de las misiones salesianas en América, además de muchas riquezas contenidas en las montañas americanas, como petróleo y metales preciosos, entre otros (MB XVI, 385).
Pocos días después el 15 de septiembre de 1883, el Obispo de San José, Monseñor Bernardo Augusto Thiel, escribe una carta a Don Bosco pidiéndole algunos misioneros salesianos para confiarles las misiones de los “indios paganos”, en Talamanca.
El 5 de diciembre, Don Bosco encargó a Monseñor Juan Cagliero, primer Obispo salesiano y después cardenal, que diera contestación a la carta, lamentando no poder acceder a la petición, debido a los compromisos contraídos por la Congregación en las Misiones de la Patagonia.
El 8 de enero 1884 nuevamente Monseñor Thiel escribe a Don Bosco solicitándole la fundación de un Oratorio para el bien de los artesanos y los indios paganos. Tampoco en esta ocasión recibió Monseñor respuesta satisfactoria, debido a la escasez de misioneros.
No mucho tiempo después se promulgan las leyes liberales por las que queda prohibido el ingreso al país de congregaciones religiosas.
En este contexto, el 18 de julio de 1884, quedará marcado como un día triste en la historia de Costa Rica: Monseñor Thiel y los Jesuitas fueron expulsados del territorio de la República, como si fuesen delincuentes.
Los días siguientes, el gobierno “liberal” de la época dictó las llamadas “leyes antirreligiosas”, contra la Iglesia y algunos de sus derechos más elementales.
Pero en medio de las tribulaciones, Dios nunca abandona a su pueblo sino que le va preparando días mejores.
Y es así como el 2 de septiembre nace en Choluteca, Honduras, Monseñor José de la Cruz Turcios Barahona, impulsor de la obra salesiana en el país y Ciudadano de Honor de Costa Rica.
El 4 de febrero de 1924 llegará a formar parte de la comunidad del Hospicio con el cargo de consejero profesional. En este año el director es el P. Domingo Soldati, el gran promotor de la devoción a Don Bosco en Costa Rica y en Panamá.
El 11 de enero de 1888 la intención del Padre Alvarado en favor de los huérfanos es clara: ofrecerles la educación religiosa junto al aprendizaje de un oficio. Se teme que la “educación laica” del momento impida la realización de su proyecto.
Sin embargo, el 24 de enero, fiesta de San Francisco de Sales, a pesar de la laicización de la educación y los duros golpes a la Iglesia, la Ley de Educación Común no se opone a la educación religiosa a niños de enseñanza elemental; sí la prohíbe completamente en las escuelas nacionales o costeadas por el Estado. No hay inconveniente pues, para que el Padre Alvarado establezca en su Hospicio la enseñanza religiosa, por ser además, una institución privada. En cuanto a la enseñanza de oficios, no hay oposición.
El 31 de enero de 1888 muere el sacerdote Juan Bosco, en Turín (Italia), fundador de la Congregación Salesiana. Le sucede en el cargo el P. Miguel Rúa.
Este mismo año, con el apoyo de la Municipalidad, de damas cartaginesas y especialmente de la señora Dolores Jiménez Zamora, hermana del Dr. Jesús Jiménez, expresidente de la República, empieza a funcionar un Hospicio de Huérfanas a cargo de las Hermanas Bethlemitas del Sagrado Corazón de Jesús.
Doña Dolores gestiona y facilita el viaje de las Hermanas desde Guatemala. Y es precisamente ella quien, uniendo sus propios bienes al testamento del P. Alvarado, proporcionará los medios adecuados para que los Salesianos de Don Bosco se hagan cargo de la dirección del Hospicio para varones.
El 16 de marzo de 1888 el P. Alvarado al donar la finca de Birrís en beneficio de un Hospicio de Huérfanos en esta ciudad, solicita, de acuerdo con la Municipalidad, que se adicione a la escritura la siguiente cláusula: “que a éstos se les inculque, explique y enseñe la doctrina cristiana en el Hospicio, como también se les explique y enseñe oficios a los Huérfanos, de uno y otro sexo”.
En el año 1890 acaece la muerte del Padre Alvarado y la obra del Hospicio de Huérfanos queda prácticamente abandonada.
No habrá ya quién esté insistiendo, presionando y llamando a la Municipalidad a continuar los trabajos.
Su testamento declara como heredero universal al Hospicio de Huérfanos de Cartago. Sin embargo, entre las prioridades municipales el Hospicio pasa a segundo plano.
Después de ocho años desde la última carta escrita a Don Bosco, Monseñor Thiel escribió esta vez a Don Miguel Rúa, sucesor de Don Bosco, con fecha 16 de marzo de 1892, pidiéndole misioneros en favor de jóvenes huérfanos y abandonados. El Doctor Domingo Cruz regalaba el terreno para una Escuela de Agricultura.
El 5 de junio de 1893 es enviado por Don Rua el Padre Rafael Piperni.
Después de visitar y conocer la propuesta del señor Cruz, le informó sobre las ventajas (hermosa finca, bien ubicada, grandes facilidades) y también las desventajas: la legislación del país es anticlerical; existirá una Junta a la cual se ha de rendir cuenta de los gastos hechos al fin de cada año. Por principio, la Congregación Salesiana quiere gozar de libertad absoluta.
Para administrar una hacienda tan grande, se necesita mucho personal salesiano y no salesiano.
Lamentablemente, los deseos y la propuesta ambiciosa del señor Cruz no cristalizaron. El Padre Miguel Rúa era del parecer de iniciarse con una fundación pequeña.
El año 1899 marca dificultades serias para el Hospicio de Huérfanos ya que hay problemas económicos para terminar la obra de construcción del edificio. Después de muchas penalidades se tiene un gran respiro con la aparición de la bienhechora doña Dolores Jiménez, viuda de Sancho, quien el 1 de abril de 1902 recibe la herencia de su única hija Eleuteria Sancho Jiménez.
El 19 de junio de ese mismo año, mediante una escritura firmada, la señora Dolores Jiménez, hizo donación de la fortuna heredada para la construcción del Hospicio de huérfanos de Cartago.
Se conformó una Directiva familiar para la construcción del edificio. Los miembros de la Junta eran Francisco Jiménez Oreamuno y su hermano Nicolás, ambos sobrinos de Doña Dolores y Eduardo Peralta Jiménez.
El primer requisito de admisión era “ser huérfano de padre y madre”. Además, las dos Juntas (la de la familia Alvarado representada por la Municipalidad y la de Doña Dolores) se unirían en una sola. La Directiva goza de poderes plenos y absolutos. La educación debe ser católica.
El edificio quedó definitivamente construido y terminado en el año 1902.
El 6 de enero de 1904 se abren las puertas del nuevo edificio del Hospicio a 15 niños huérfanos, comprendidos entre las edades de 7 a 15 años y atendidos por doña Dolores Luna de García, primera directora.
Desde ese día, quedó bajo la advocación y el manto de María Auxiliadora.
Doña Dolores Jiménez tuvo siempre el deseo de llamar a los Salesianos para regentar esa fundación y por eso quiso que la Virgen de Don Bosco presidiera todos los actos del naciente orfelinato.
La estatua de María Auxiliadora había sido traída al país en el año 1905 y fue hecha en las Escuelas Salesianas de Barcelona.
La señora Dolores Jiménez continuó la obra del Padre Alvarado. Pagó las deudas, hizo terminar los trabajos y dotó a la obra de un capital, cuyos frutos debían servir para la manutención de la misma.
Cabe resaltar aquí el papel que desempeñó el superior de los Misioneros Capuchinos quien, en nombre de doña Dolores, escribió a Don Rúa pidiendo salesianos que regentaran el Asilo. Se le responde que se comuniquen con el Padre José Misieri, provincial de los Salesianos en Centro América.
Ya los Salesianos trabajan en El salvador desde 1897.
En 1903 el Padre Misieri es elegido primer Inspector (Provincial) de los Salesianos en Centro América, cargo que ejercerá hasta 1922.
Doña Dolores Jiménez no pudo ver realizado su sueño y su proyecto, porque murió dos años antes de que llegaran los Salesianos. Esto sucedía el 6 de enero de 1905.
En 1906 el señor Francisco Jiménez, siendo diputado de la República, inició conversaciones por carta con el Padre Misieri, ofreciéndole la dirección del Hospicio, e hizo las gestiones necesarias para que el Supremo Gobierno concediera a los Salesianos el permiso de ingreso al país.
A pesar de las leyes, dictadas en 1884, que impedían el ingreso de congregaciones religiosas, el presidente reinante, Don Cleto González Víquez accedió poniendo por condición que “los sacerdotes entraran sin ninguna publicidad y que no se metieran en política”. Otra crónica dice que no vistieran sotana.
Ese mismo año el P. Misieri visita personalmente el Hospicio de Cartago. Unos veinte niños ocupaban el extenso local.
Se entrevista luego con el señor Obispo Mons. Juan Gaspar Stork (1901 – 1920), con el Presidente de la República Don Cleto González (1906 – 1910) y demás autoridades y familias nobles de Cartago. Permanece en la Ciudad durante ocho días, huésped de don Francisco Jiménez.
Este recorrido histórico es el que hace posible que emerja una fecha memorable para los Salesianos y para el pueblo de Costa Rica: 20 de julio 1907.
Un día como hoy, hace exactamente cien años, desembarcaron en Puntarenas los Salesianos Padre Antonio Russo, primer director, clérigo Francisco Martelli y los Hermanos coadjutores Esteban Tossini y Francisco Stanga.
Venían en compañía de algunos exalumnos del Colegio Salesiano Santa Cecilia de El Salvador quienes fungirían como maestros de herrería, mecánica, sastrería y zapatería.
Se acercaron a su destino, vestidos de paisanos, “sin hacer ruido y por caminos diversos para no suscitar comentarios”, según atestigua el P. Antonio Russo en su crónica.
Después de haberse presentado con Monseñor Juan Gaspar Stork, el 1 de agosto los hijos de Don Bosco se hacen cargo de la dirección del Hospicio de Huérfanos.
Y haciendo honor a la tradición de la famosa “romería”, los Salesianos comienzan a recorrer con los jóvenes los caminos de esta tierra costarricense.
Como toda obra de Dios el inicio es humilde y sencillo: pequeños talleres de sastrería, zapatería, carpintería y una escuela rudimentaria de agricultura. Pero pronto, el carisma de Don Bosco comienza a tomar fuerza y a propagarse a través de las diversas obras del país.
Hoy, al contemplar el desarrollo de las obras de los Salesianos, Hijas de María Auxiliadora, Cooperadores, Damas Salesianas y otros grupos de la Familia Salesiana, no nos queda más que repetir con las palabras de la Escritura: “el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”.
Con esperanza seguimos adelante llevando a los jóvenes el amor que Dios les tiene.
Al cerrar esta pincelada histórica quiero elevar un agradecimiento sincero en primer lugar a Dios y a tantos bienhechores, colaboradores y amigos de Don Bosco que han hecho posible que hoy estemos trabajando por los jóvenes. Que Dios nuestro Padre siga bendiciendo esta labor encomiable y que María Auxiliadora siga siendo, como en la vida de Don Bosco, la madre, la guía y la maestra.
¡Muchas gracias!
Cartago, Costa Rica,
P. Héctor Hernández Espinoza, sdb.